Thursday, November 16, 2006

Geografía y geógrafos. (*)

- Geógrafo, ¿en serio…?, ¿y qué hacen los geógrafos?

Ahí es cuando a este profesional parece caérsele la estantería encima. Y no es porque no sepa cuál es su rol profesional, sino porque carece de la explicación rápida y sencilla para poder explicar su profesión utilizando solamente dos o tres palabras. Ese no es el caso del ingeniero en informática, del médico, del arquitecto y de tantos otros profesionales académicos que tienen la respuesta breve y exacta a la pregunta acerca de cuál es su profesión.Sin embargo es mucho más sencillo decir “soy profesor de geografía” y explicar que lo que uno hace es practicar “docencia en geografía”. Porque entonces es como que la mayoría de la gente se retrotrae a sus años de estudiantes y no dudan en relacionar a esa disciplina con los mapas, los nombres de los continentes, los picos de mayor altura, los ríos más largos del mundo, los países y sus capitales, etc., etc., etc. Todos esos recuerdos bastan para que aquella vieja concepción siga aún vigente en la mayoría de las mentes de las personas. Es como un símbolo tatuado a fuego que da lugar a la lógica existencia de preconceptos. Así planteada la situación, tanto los padres como los alumnos no llegan a entender qué es esto que actualmente se les plantea como una visión proveniente de la “geografía renovada”, algo que muchas veces parece asemejarse mucho más a una rara mezcla de disciplinas reunidas bajo un nuevo nombre. De hecho hasta los mismos alumnos plantean situaciones tales como “...esto es de ciencias naturales”, o “...lo que estamos viendo es ecología”, cuando no ponen el grito en el cielo al tener que elaborar gráficos que “...parecen de economía”.El problema fundamental reside en la indefinición del objeto de estudio de la geografía. Porque la visión de la geografía actual dista muchísimo de aquella a la que aún muchos docentes están terriblemente aferrados. Hoy nuestra disciplina es amplísima y abarca temas tan diversos como la formación de las cordilleras, el crecimiento de la economía asiática, el problema de la contaminación de las plantas de celulosa, los subsidios al agro en la Unión Europea, el impacto del crecimiento urbano sobre la sociedad y el comercio marítimo mundial, lo que facilita ampliamente una concepción desordenada de la idea acerca de aquello de lo que realmente se ocupa la geografía. Y si a todo esto le sumamos la intrincada terminología académica con que se manejan algunos geógrafos, terminología que en mi opinión solo sirve para alejar a la gente más que a vincularla con los saberes que tenemos a nuestro alcance, caemos en la cuenta de que la practicidad de nuestra disciplina se ve casi totalmente diluída, cuando no avasallada, por el avance que otras disciplinas han logrado en las últimas décadas. Porque convengamos que históricamente la geografía se ha caracterizado por su practicidad. El hombre se ha valido de ella para trasladarse de un territorio a otro, para aventurarse en lugares recónditos y para construirse socialmente. Y aquí, estimados licenciados y doctores en geografía, aunque mal les pese a muchos, coincido plenamente con el profesor Felipe Pigna cuando en una nota reciente aparecida en el diario Clarín se refiere a que “muchos de nuestros intelectuales tienen un carácter elitista y tilingo”. Es como que si por el solo hecho de pertenecer a un ámbito académico estuviesen habilitados a proponer teorías que muchas veces resultan descabelladas y a plantear soluciones utópicas absolutamente desconectadas de la realidad.Las condiciones sociales del mundo actual nos demuestran que la competitividad está a la orden del día, razón por lo cual considero que ha llegado el momento de replantearse muy seriamente algunas instancias primordiales en lo que respecta a la enseñanza de la geografía. Y me estoy refiriendo a la enseñanza de la geografía en todos los niveles. Para ello debemos encarar el tratamiento de la disciplina con honestidad y plantear a los jóvenes situaciones reales a partir de problemas reales ocurridos en el mundo real. No nos vayamos por las nubes y no soñemos situaciones utópicas. El mundo, nuestro mundo, es el que tenemos ante nuestros ojos. Ver la realidad, entender sus problemáticas y plantear las posibles soluciones es, hoy por hoy, el mejor papel que la geografía puede plantear en las aulas. Recién cuando estemos completamente convencidos de que lo que estamos enseñando es terreno que corresponde al campo de los saberes geográficos, entonces sí seguramente estaremos en condiciones de poder afirmar categóricamente cual es el rol que hoy le cabe a la geografía: explicar el porqué las cosas están donde están y qué es lo que con ellas va a suceder.
(*) -Autor: Carlos Daniel Abasto, Profesor de Geografía con trayectos en Ciencias Sociales.